domingo, 16 de febrero de 2014

Farewell - Capítulo 01


Capítulo 01

Akira y yo nos separamos como si volviéramos a vernos mañana, y nunca miramos atrás… excepto yo. Era mi último día en la ciudad que guardaba todos mis recuerdos, sabiendo aquello necesitaba enmendar todo el mal que cause a las personas que quería, pero por algún motivo con alguien no fue así. Pude mostrar estos sentimientos a Nobuta o Mariko, ¿permitiría que Kusano no supiese el cariño que al final desperté hacia él? Era un tonto que no paraba de hacer cosas extrañas, lo era, al igual que mi único y mejor amigo.

Preocupado, detuve la bicicleta a medio camino, ¿y si no volvíamos a rencontrarnos de nuevo? El miedo se apoderó de mí en cuestión de minutos, no quería que nuestra amistad se zanjase de esa forma, no se lo merecía después de todo lo que había hecho por los dos. Di la vuelta rápidamente, tenía que alcanzarle o no podría cargar con esa culpa. Pedaleando con todas mis fuerzas pasé por el mismo sitio donde nos despedimos, meditando mientras que le diría a aquel muchacho molesto.

-¡Kusano! –grité cuando me paré frente a su apartamento, deseando que saliese a recibirme cuanto antes -¡Kusano! –elevé la voz a la vez que el vaho salía de mi boca. Observé impresionado que se encontraba en la azotea, su rostro estaba desencajado tal vez al verme allí –Kusano, baja… -tragué saliva por la situación. No se hizo rogar demasiado, poco después ya estaba abajo con la misma expresión que tenía en la terraza.

-Shuji… ¿qué haces aquí? –por un momento me llevé una fuerte impresión, sus ojos estaban rojos y se manifestaba inquieto. 

-Yo… -coloqué una mano en su hombro mientras temblaba, intentando afirmar en mi interior que todo estaría bien –necesito decirte lo importante que eres en mi vida… -se quedó en silencio tras aquel comentario. Temiendo una mala reacción, giré la cabeza a la espera de una respuesta.

-Dilo… -una sonrisa deslumbrante apareció en su cara, tan pura e inocente como una la de un niño. Gracias al valor que me infundía, decidí soltar lo que me perturbaba para bien o para mal. 

-Si en un pasado fui cruel contigo, lo siento, perdóname, siempre he estado mostrándome como alguien perfecto, escondiéndome de todo lo que me hacía daño, pero tú… eras distinto, conocías mi verdadera personalidad –mordiéndome el labio, pretendí poner en orden cada uno de aquellos pensamientos hasta ahora íntimos –me asusté, fui un cobarde lo sé, con el tiempo me di cuenta de ello, espero que no sea demasiado tarde… -sabía de sobra que no debería terminar las cosas de la forma en que lo haría, aun así ya no era capaz de parar –gracias por todo, siempre te llevaré en el corazón, amigo. 

-Shu… ji… -susurró atónito. No era capaz de mirarle aunque estuviese justo delante, tal vez porque jamás me costó tanto poder decir algo sincero, y menos a él. Tras una corta pausa sentí unas manos rodearme el cuello, me estaba atrayendo contra su pecho –Shuji también estará en el mio, nunca nos separaremos aunque se vaya lejos –asentí afligido, da igual donde estuviésemos cada uno, ambos nos recordaríamos siempre. No se explicar que sentí, no podía separarme de su cuerpo. Ambos nos fundimos en un abrazo tan tierno que se me saltaron las lágrimas, lo que tanto odié en un pasado luego lo acabaría echando de menos. 

-Akira… -mencioné por fin su nombre. Unos impulsos bastante extraños me indujeron a aferrarme a sus músculos, no entendía nada de lo que estaba pasando. Cuando por fin nos alejamos comencé a sentirme extraño, me encontraba mejor entre sus brazos que fuera de ellos –Akira… ¿puedo besarte? –era el fin, me había vuelto loco, seguro. 

-¡¿Besarnos?! –empezó a moverse de aquí para allá muy nervioso, algo que me ruborizó el doble. No tenía derecho a pedirle eso, ni si quiera me gustaba Kusano, definitivamente estaba desquiciado -¡pervertido! Kon… -hizo esa típica gracia suya.  

-Olvídalo, sólo estaba bromeando, no deberías tomártelo en serio… –por mucho que quisiese arreglarlo ya estaba dicho, acababa de fastidiarlo todo, de romper posiblemente cada uno de los vínculos que nos unían. De repente se detuvo, tal vez se habría calmado tras el susto que le había dado -¿estás bien…? –pregunté entristecido. Antes de que pudiese reaccionar su boca se posó con cuidado sobre la mía. Fue solo un pequeño contacto, tan pronto como surgió se desvaneció. Los dos nos miramos sonrojados posteriormente a ello, me costaba demasiado coger aire.

-Akira shock… ¡¿qué he hecho?! –con la chaqueta se cubrió hasta la nariz, era el que más sorprendido se encontraba a pesar de haber actuado él -¡soy yo el pervertido! –antes de que terminase la frase mis instintos me pudieron de nuevo. Sujetándole por el pelo me hice paso entre sus labios, dándole un lento pero intenso beso. 

-Tranquilo, es solo una muestra de aprecio, no tiene importancia... –esa excusa no se la creería. Lo cierto es que no lograba controlarme, estaba empezando a sentir cosquilleos por la piel. Era consciente de que no podríamos seguir, todo su amor se lo profesaba a otra persona. Deseo contra sensatez, pasión o respeto, una difícil decisión –no he pensado en ti, en lo que quieres o no, discúlpame –intenté hacer una reverencia, aunque fue imposible porque me lo impidió. 

-Ha estado bien… –maldita sea, me estaba incitando a atacarle otra vez.

-Pero he sido poco considerado, sé que tu estás enamorado de… -puede que los celos me obligasen a callar, su nombre ahora me resultaba impronunciable. 

-Me di por vencido, nunca tuve esperanza… -aquella foto donde Nobuta me abrazaba le hizo sufrir, era tan idiota por permitirlo. 

-No hubo nada entre ella y yo, confías en mí… ¿verdad? –su mirada lo confirmaba sin necesidad de palabras. 

-Creería siempre en ti –colocó un dedo sobre mi helada nariz –no seré correspondido, me pregunto si me merezco el afecto de alguien… –eso me destrozó el alma. Su semblante perdido y nostálgico resquebrajaba cualquiera de mis principios.

-¿Y si te lo doy yo…? –no estaba convencido de ello, para empezar éramos dos chicos. Tantas cosas podrían salir mal de esa estúpida idea, pero nada era peor a verle así, no lo soportaba. Tras observarnos atentamente decidimos empezar a jugar, las lamentaciones las dejaríamos para luego.  
___

Sus dedos me sujetaban con firmeza por la cintura, mientras me dedicaba a lamer cada parte de su cuello. Cuando llegamos al cuarto me tumbó encima del futón que tenía en el suelo, aun no era tarde para arrepentirse. Éramos inexpertos en esto del sexo, ninguno daba el siguiente paso supongo que por timidez. 

-¿Estás seguro…? –le rocé la mejilla con una suave caricia, pensando que se detendría. Introdujo negando la mano por debajo de mi camiseta, provocándome un escalofrió que me recorrió entero.

-No lo estoy, que vergüenza… -se veía tan sonrojado que por un instante pensé que era adorable. El nerviosismo se hacía presente en aquella habitación oscura, sus roces me volvían loco. 

-Ah… -deje escapar un pequeño sonido de placer, era la primera vez que me tocaban así. Empecé a acostumbrarme pronto a aquello, de hecho anhelaba más. Sentándole, desvié la mirada a todos lados, colándome al final entre sus piernas. 

-Esto… eh… -se llevó una mano a la cabeza, mientras la mía la deposité en su entrepierna. Comencé a mover la lengua por el pantalón, percibiendo como un bulto se creó debajo de ellos. Enrojecido le miré a la cara, bajándole lentamente la ropa –se levantó... –impresionado le tapé la boca, observando como se le marcaba el pene a través de la ropa interior.   

-¿Puedo…? –señalé justo esa zona. Mi ahora amante parpadeó varias veces, aceptando a regañadientes.

-Adelante… -saqué el miembro entre el ajustado calzoncillo, respirando muy cerca del glande. Nunca había visto una hombría excepto la mía, pero por algún motivo la suya me entraban ganas de chuparla. Cumpliendo mis deseos me la metí dentro, recorriendo con los labios cada centímetro de piel –Shuji… -a parte de ello le masturbaba con la mejor intención posible, notando como no paraba de excitarse con cada atención que recibía. 

Sentía cada una de las venas de su pene palpitar con fuerza, con ello conseguí acalorarme también. Las mordí levemente logrando un par de chillidos ahogados, tras ello calmé su dolor con pequeños lametones, viendo que ponía caras extrañas. No solo me ardía el miembro, mi trasero estaba ansioso por sentir algo dentro. 

-Tócame un poco… –entendía que estuviese abochornado, pero necesitaba que actuase al menos un mínimo para sosegarme. Deshaciéndome de la camiseta conseguí la reacción que estaba buscando, sus delicados besos rompieron la armonía cuando se encontraron con mis pezones. Ambos gemimos estremeciéndonos por completo, no era suficiente aun. Le obligué a deslizar las manos hasta mi trasero, a lo cual me acarició tiernamente la entrada –así… -musité muriéndome de placer, él me sujeto con firmeza las nalgas para entretenerse un rato con ellas. 

Volví a agacharme para chupársela con mayor precisión, así podría callar cada sonido obsceno que se me escapaba. Uno de sus dedos me perforó por detrás obteniendo un alarido, no es que estuviese acostumbrado a ello. Tras un par de lametones más y unos cuantos manoseos por los testículos, terminó corriéndose en mis labios. 

-Semen… ¡semen! –furioso le besé, no solo para que dejase de llamar la atención con sus voces, sino como venganza por venirse en ese sitio –lo siento… -su esperma olía bien y pude comprobar que sabía aun mejor cuando lo degusté.

-Recompénsame entonces… -al principio no entendió muy bien que quería decir, pero al darse cuenta me tumbó de espaldas a él. El resto de ropa que aun llevaba puesta no tardó en desaparecer, estaba desnudo ante su curiosa mirada. La postura y ambiente no ayudaban a que me relajase, sabía de sobra que podía observar tanto la forma de mi culo como el orificio mojado. 

-¿Shuji necesita que le toque aquí? –pronunció con un tono infantil, volviendo a penetrarme con el dedo de una manera mucho más despreocupada, incluso violenta. 

-Sí… -medio ido clavé los dientes en mi propia muñeca, apreciando que la entrada se dilataba dejándole paso. Parecía divertirse metiendo y sacando cosas de mi interior, tanto que quiso probar con la lengua. Su saliva me hacía perder la cordura, sin darme cuenta comencé a mojarme los muslos con el líquido preseminal que salía de mi erección. 

-¿Tu también te estás corriendo? –le escuché preguntar mientras me devoraba el trasero. 

-Aún no, Kusano… -lo cierto es que mi miembro explotaría si no lo hacía. Dirigiendo las manos al glande lo apretó con malicia, a la vez que bajó entre lametones hasta mis genitales.

-Entonces haré que salga otra cosa de aquí… -suspiró tocándome el extremo de la uretra, presionándolo sutilmente hasta llenarme la punta de fluidos. Su forma de expresarse estaba cambiando, le veía no sólo serio, sino más decidido a la hora de palparme. 

-Entra, por favor… –era superior a mí, estaba cansado de imaginar la satisfacción que me supondría su enorme miembro recorriéndome.  

-Bueno, está bien, pero sólo si me llamas por mi nombre –no podía asimilar porque estaba proponiéndome una estupidez como esa.  

-¿Y si me niego? –sonreí intentando molestarle, a ello me inmovilizó con dureza por las caderas. Era fácil percibir como su miembro se ajustó a mis cachetes cuando se acercó a mí. 

-Tendré que ser malo contigo… -me ponía que fuese duro si iba a penetrarme, por lo tanto decidí tentarle.

-Ku… sa… no… -me recreé en cada sílaba, apreciando que se molestó considerablemente.

-Avisé… -con un golpe seco me embistió, a punto de llegar a desgarrarme por dentro. Entre sollozos y gritos me mantuve como pude, sintiendo sus movimientos sin piedad. Elevando un poco el trasero le facilité que llegase hasta el fondo, creyendo que desfallecería si continuaba tratándome de ese modo. El ancho de su falo se ajustaba a mis paredes, las cuales le hacían daño ya que las contraía. Furioso ante tantas trabas, empujó chocando los testículos contra mis glúteos. Ya no pensábamos en otra cosa que no fuese darnos placer, complacernos el uno al otro, toda desconfianza se esfumó. 

Utilizando como soporte mi espalda, empezó a entrar con velocidad. Medio ido ya que me tocaba la nuca, llené de saliva las sábanas a las que me estaba agarrando. Cada una de sus sacudidas las recibía con gusto, permitiéndole que marcase entre mordiscos cualquier zona de mi cuerpo. 

-Más… ah… -supliqué sin fuerzas para mantenerme en pie. Dándose cuenta de ello salió por un instante de mí, colocándome encima suya. Apoyándome en sus hombros me penetré de nuevo, bajando tiernamente por todo el miembro. Siempre tuve curiosidad por ver sus pectorales, ahora tenía la posibilidad de apreciarlos de cerca. Entre besos y caricias le quité la camiseta, estimulándome con solo echarles un vistazo.  

-Shuji… –jadeó babeándome los pómulos. Lejos de parar aumenté el ritmo de las penetraciones, sus gemidos me atronaban los oídos. No tardé mucho en llegar al clímax, su glande tocaba un punto sensible dentro de mí, provocando que cierta sustancia blanca le impregnase el torso -¿me lo das…? –esa ingenuidad me llevó a abrazarle con dulzura, proporcionándole cada resto de semen para que lo saborease. 

-Te quiero, Akira… -solté inconscientemente. Abrió los ojos en exceso al oírme, dando por terminado todo cuando me llenó con su esencia. Agotado pero satisfecho me dejé caer en la colcha, aunque éramos todavía torpes en esto del amor, disfruté bastante. 

-¿De verdad…? –me agarró por los brazos con desesperación -¿de verdad me quieres…? 

-¡No! –le chillé por vergüenza. Probablemente le herí con aquella respuesta, desde luego no tenía tacto. Estaba tan agobiado que no se me ocurrió otra manera de decirlo, era una persona despreciable por tratarle así.

-Entiendo… -respondió decaído, no obstante sacó una mueca alegre, tal vez para hacerme ver que no pasaba nada. Teniéndole tan cerca, con la frente empapada en sudor, su pelo despeinado y aquellos ojos oscuros visualizándome, mi corazón empezó a latir como nunca antes lo había hecho. Por más que intentase callarlo cerrando los parpados no se calmaba en absoluto, sobre todo cuando pensaba en él, en Akira.

-Tengo que irme… -me levanté decidido en busca de mi ropa, tenía que salir de allí lo antes posible. 

-¿Adónde vas…? –se incorporó también con cierto aire de confusión. Una vez más me asusté, aquellas emociones me dejaron trastocado. Un cúmulo de cosas me atormentaba tanto que no quise dar la cara.

-Esto no ha pasado… ¿lo entiendes? –mi maldad definitivamente no tenía limites.

-Pero… Shuji… -me cogió de la mano, sin embargo lo evité retirándome de una manera un tanto ruda. Si pretendía que lo olvidase no me quedaba más remedio que ser despiadado.

-Nada de lo ocurrido, ni nada de lo que se ha dicho aquí es cierto, ¡jamás podría amar a alguien como tú! –sentenciando la conversación de aquella forma, huí.  

-¡Espera Shuji! –lo último que aprecié fue que me seguía –duele… -tras golpearse con la puerta se dejó caer de rodillas, acariciándose el pecho insistentemente –duele… -yo por mi parte me fui sollozando a casa, suplicando a la lóbrega noche que él estuviese bien después de esto. 

1 comentario:

  1. Cómo pudo hacerle eso Shuji a Kusano?? Todo había sido tan hermoso u.u me agrado la forma en como narraste la parte lemonosa :3 espero continues la historia :)

    ResponderEliminar