Ya casi era la hora, el rodaje estaba a punto de acabar y la verdad es que empezaba a impacientarme. Presenciaba en silencio desde detrás del decorado como mis compañeros finalizaban la toma… y bueno… también a él. Desde que empezamos a grabar Nobuta wo Produce le notaba cada vez mas extraño, en ocasiones me daba a entender que se insinuaba, ¿acaso Yamashita sentía algo por mí? En ese momento me dirigió la mirada, nada más terminar la secuencia, y yo nervioso me oculté, intentando pasar desapercibido. No era capaz ni de observarle.
-Bien, se acabó por hoy, gracias por vuestro arduo trabajo, nos vemos mañana –sonrió el director, abandonando posteriormente la sala junto a los demás actores que ya comenzaban a hacer planes para salir por ahí. El final de la serie se acercaba y no sabía bien qué pensar, ¿la amistad que mantenía con Tomohisa perduraría más allá?
-Eh, Kamenashi… -escuché, recorriéndome un escalofrió ya que
se aproximaba repentinamente hasta mi posición –tengo que quedarme a repasar
unas escenas, ¿me ayudas? –sujetó mi hombro, provocando un temblor generalizado
por todo mi cuerpo.
-Es que… tengo que irme… ¿no podría hacerlo otra persona?
–me reí de forma tonta, rezando prácticamente por ello.
-Venga, será sólo un momento, prometo no tardar –me guiñó un
ojo y se distanció, despidiéndose del resto del reparto que poco a poco
abandonaba el lugar, dejándonos solos, precisamente lo que menos quería en aquel
instante –y bien… -cerró lentamente la puerta de clase -¿empezamos? –mirando a
todos lados asentí, colocándome otra vez junto a él.
-Adelante… -mostré una sonrisa forzada, esperando a que
diese él el primer paso. Se tomó su tiempo pero me sorprendió como de costumbre
con su actuación, era una maravilla verle cambiar de personalidad para hacer de
Akira. Contemplando la escena atentamente, me dejé llevar por el guión.
-Shuji … -me sujetó las caderas, poniendo la barbilla a la
vez sobre mi hombro, estaba ya acostumbrado a ese tipo de contacto, debía
pegarse a mi personaje en casi todos los capítulos, aunque lo que mas me
llamaba la atención es que todo aquello lo inventaba él mismo, una muestra más
de su profesionalidad.
-Kusano… -rechisté, viendo que ponía morritos. La verdad es
que aún seguía tiritando, y ahora más.
-Shuji… -repitió mi nombre repentinamente serio, haciendo una pequeña
pausa -¿qué… opinas de mí…?
-¿Eh…? –me sorprendí al ver que aquello no tenia nada que
ver con lo siguiente que debía decir –no entiendo…
-¿Qué piensas…? –se pegaba cada vez más, hasta que prácticamente
podía sentir su aliento en mi nuca -Kame…
-Pues… –solté una carcajada de lo más infantil, aprovechando
para apartarme un poco -¿por qué preguntas eso? No sé… eres un buen amigo, me
gusta mucho trabajar contigo… -dejé escapar de nuevo una risa, pretendiendo
cambiar de tema -sabes que te admiro demasiado, estoy aprendiendo mucho de ti,
así que gracias… –hice una prolongada reverencia –cuida de mí de ahora en
adelante, por favor –sin embargo no obtuve ninguna respuesta o reacción.
Tragando saliva, le miré de reojo, percatándome de que me visualizaba de forma arisca.
-¿De verdad? –se mostró de repente inesperadamente feliz, haciéndome
soltar un suspiro de alivio –pues tú a mí me pones… -regresó al instante a su
estado tétrico, sujetando el cuello de mi camisa para atraerme hacia él y besarme.
Me quedé paralizado por la impresión, sin saber muy bien qué hacer en respuesta
a ello -¿no vas a decir nada…? –sus manos tocaban levemente mi trasero. Yo por
mi parte continuaba igual de asombrado, no era capaz de moverme –entiendo…
-repitió de nuevo la acción, pegando los labios a los míos mientras intentaba
meter los dedos por debajo de mi uniforme.
-¡Espera! –le empujé, tratando de ser lo más cuidadoso
posible –no entiendo nada, ¿qué estás haciendo…?
-No hay mucho que entender, me gustaría tener sexo contigo…
-resopló, echándose el pelo hacia atrás. Yo agaché la cabeza muy sonrojado,
¿quería acostarse conmigo de verdad…? –vamos… -me obligó a mirarle. Para mi
desgracia estaba realmente guapo en aquel momento –sólo será un poco, pero al
menos déjame intentarlo, seguro que te gusta… -pasó la lengua por mi rosto, haciéndome
ruborizar el doble -¿qué me dices a ello…? –me aferré a sus brazos e
inesperadamente asentí –perfecto… -él mostró una expresión de satisfacción y
poder, forzándome a retroceder despacio hasta la pared.
-Pero… yo nunca he estado con un hombre… -susurré asustado
–no sé si me gustará…
-No podrás saberlo si no lo pruebas nunca… –me quitó primero el
cinturón, dejando que mis pantalones fuesen a parar directos al suelo, estaba
tan delgado que era lo único que los mantenía en su sitio –juro que te hare
pasar un buen rato… –encogí las piernas mientras él se ponía de rodillas para
estar frente al inesperado bulto que se marcaba bajo mi ropa interior-¿te da
vergüenza que te vea desnudo?
-Un poco… -me mordí el dorso de la mano, angustiado e
impaciente a la vez por notar alguna atención en esa zona. Riéndose roncamente
pegó la boca, moviéndola lentamente sobre el calzoncillo, algo que me hizo
perder la cordura.
-Tranquilo, me gusta tu cuerpo… –intentó demostrarlo llenado
mis muslos de caricias –no puedo creer lo que me he estado perdiendo todo este
tiempo… -bajó la voz, supongo que pretendiendo
no ser escuchado. Tras aquellas palabras expuso mi miembro algo duro para poder
degustarlo. Estaba confuso, jamás hubiese esperado que se le diese tan bien
chupar las partes intimas de un chico, las rozaba con la lengua de arriba abajo
provocándome ahora una buena erección. Sus carnosos labios recorrían todo el
largo, sacando de los míos algún que otro gemido. No podía creerlo,
pero me estaba sintiendo realmente bien.
-Yamashita… -le agarré firmemente por el pelo, ladeando la
cabeza también. Necesitaba sentir su saliva aún más, pero empezaba a temer que
el semen saliese de un momento a otro. Nunca antes habían jugado así con mi
hombría ni con los testículos como él lo hacia –creo… que voy a correrme…
-sollocé aturdido por la impresión que podría causarle venirme tan
precipitadamente, pero no pude aguantar mucho más, en cuanto me pellizcó los
genitales acabé soltando gran parte de aquella sustancia blanquecina sobre su
rostro –perdona… -desvié la mirada, increíblemente avergonzado.
-Eres adorable, ¿te disculpas por gustarte demasiado lo que
hago? -me robó nuevamente un beso, terminando por fin de desvestirme, excepto
por la corbata, que la dejó en su sitio –lo siento, se trata de un pequeño
fetiche… –me hizo caminar en dirección a uno de los pupitres, recostándome
encima. Ahora sí que estaba conmocionado por el hecho de que me viese
completamente desnudo. Me abrió de piernas y exhibió también su enorme pene, lo
miré entre asombrado e incrédulo –no pasa nada, suelo ver a menudo esa
expresión… –bromeó de una manera que me hizo sentir incluso mal. Si, se podría
decir que me puse celoso ante aquel estúpido comentario.
-A mí no me parece tan sorprendente… -devolví la jugada, ansiando
buscar una muestra de enfado por su parte. Inesperadamente introdujo el glande
en mi interior, provocando que gritase de dolor.
-¿Estás seguro…? -sacó la punta del miembro de nuevo y lo
deslizó por el contorno de mi pecho. Se masturbaba por cada zona que le
apetecía, primero contra los pezones, luego por el ombligo y tras ello usó las
plantas de los pies. Tímidamente empecé a moverlos para ayudarle. Los gemidos
no se hicieron esperar, su rostro era de lo mas excitante, parecía que fuese a
babear por la sensación.
Cuando estuvo ya dichoso por mis repentinas atenciones, se
agachó un poco para poder lamerme la entrada, procurando así dilatarme. Sabía
que era primerizo y que no sería capaz de penetrarme si el orificio no daba más
de sí. Estimulaba mi trasero con la lengua, la movía rápidamente a la vez que
apretaba las nalgas entre sus dedos, pretendiendo marcarme con algún que otro
mordisco. Anhelaba que se adentrase en mí de una vez y él parecía adivinar mis
depravados pensamientos. No se hizo rogar mucho más y acabó embistiéndome de
forma violenta, llegando a mover incluso la mesa. Por supuesto que obtuvo de mí
un par de chillidos.
Me retorcí a punto de llorar por la fuerza que ponía en cada
sacudida, y es que no esperaba a que mis paredes dejasen paso y le permitiesen
desplazarse con mayor facilidad hasta el fondo, meneaba las caderas, haciéndome
creer que me desgarraría de un momento a otro.
-Me haces daño… -imploré casi sin voz que aminorase la
velocidad, pero no me hizo caso, continuó sacudiéndose adelante y atrás –Yamapi…
-jadeé su nombre, dolorido.
-Quieres que te la meta hasta dentro, ¿verdad? –me arrebató
la prenda que antes me había dejado, atándomela al pene con fuerza, sin ningún
miramiento o compasión.
-¿Qué… vas a…? –interrumpió mi pregunta, besándome
apasionadamente.
-Ahora lo verás… -me bajó del pupitre para colocarme ahora
de espaldas a él. Yo me apoyé confuso en el escritorio, sintiendo de nuevo que
introducía todo su miembro en mí. Aferrado a un extremo de la corbata, comenzó
a tirar hasta dejarme sin circulación en la entrepierna. Mis gritos resonaban por
la sala, deseando que se compadeciese de la situación en la que me encontraba –
Kazuya más… muévete más… -golpeó mi pecho contra la madera al apoyarse en los omoplatos.
Por un segundo pensé que perdería la conciencia ante tantas
emociones, aunque lejos de ello sonreí una vez me acostumbré a sus
penetraciones, hasta que tocó en mi interior cierto punto que me volvía
vulnerable. Jamás había experimentado semejante deleite, me encontraba bastante
más calmado, dedicándome a hacer disfrutar a ambos. Con un par de vaivenes más
pude sentir que me impregnaba con su esperma, llegando a consecuencia de ello
hasta un orgasmo lo bastante intenso para empezar a replantearme mi sexualidad.
-Tomo… -agotado me
dejé caer de rodillas en el suelo. Yamashita no fue capaz de sujetarme e
irremediablemente me golpeé justo en la cara con un hierro del pupitre.
-¿Estás bien…? –agarró mis pómulos entre sus manos,
aparentemente asustado.
-Sí, no te preocupes… -me sobé la mejilla, ansiando calmar
el malestar.
-¿Hay alguien ahí…? –escuché inesperadamente una voz
familiar, sin darme tiempo a reaccionar. Anonadado, comprobé que la chica
protagonista del dorama nos pillaba una vez finalizado el coito, mirándonos no
mucho más asombrada que yo a ella -¡lo siento! –elevó la voz, con el rostro
bastante sonrosado –vi luz y pensé que… -se quedó callada, provocando un ambiente hostil, aunque no para mi amante, que aprovechó y desató el nudo que
rodeaba todavía mi miembro, mostrando una radiante sonrisa -ya os dejo solos…
-Mejor… -chasqueó la lengua, cubriéndome con su chaqueta –tengo
que seguir produciéndole –los pasos de Horikita se alejaron corriendo tras aquella
explicación tan libertina. Por lo demás no sabía si llorar o pedirle que me
volviese a follar.
___
-Buenos días… -entré al rodaje, temiendo que ya estuviese
allí, pero mi miedo no tardó en hacerse realidad. Se encontraba apoyado en la
ventana, esbozando una mueca divertida y también una mirada tierna. Por un
momento pensé que estaría esperándome, ya que se encontraba solo.
-Hola, Kamenashi –me revolvió el pelo, pasando después de
largo para ayudar a los demás a prepararlo todo. Necesitaba hablar de lo
ocurrido, no estaría tranquilo hasta saber si lo que sentía por mi era una
simple atracción o algo más allá.
-Yamapi, tengo algo que… -le seguí, encontrándome con su
rechazo varias veces.
-Ahora no, además, no tenemos nada de qué hablar, ¿verdad?
-la desilusión que recibí con aquella respuesta me hizo asumir la realidad, sólo
se trataba de algo pasajero para mi compañero de trabajo.
-Pero… lo que sucedió… -supliqué, contemplando impactado que se alejaba. Tal vez fui demasiado estúpido teniendo la esperanza de significar
algo mas para él. Cabizbajo y deprimido ya que no parecía querer dirigirme ni
la palabra, me fui a arreglar y maquillar el pequeño moratón que tenía en la
cara, listo para poner un final al último episodio de lo único que parecía
unirnos ya. Cuando entré en el aula algo me chocó, y es que el resto de
compañeros del elenco murmuraban mirando a la pizarra. Al girarme abrí en
exceso los ojos, un mensaje inmenso estaba dibujado en ella, un mensaje que tal
vez para el resto fuese un simple garabato, pero para mí estaba lleno de
significado, uno que sólo podía entender yo.
“Gracias por lo de ayer Shuji, I love you”
-Gracias por todo, Kazuya… -apareció por
detrás, susurrándome al oído. Abochornado por ser el centro de atención, me
llevé una mano a la oreja, ¿podría considerarlo el comienzo de algo nuevo? Mirándome
de la forma más cálida que alguien puede mirar, se sentó en el pupitre en el
que hacía escasas horas lo habíamos hecho, el suyo. Poco importaba más, excepto
que no pude volver a hablar con Maki de una manera al menos normal.
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