jueves, 17 de marzo de 2016

It's Always Funny


Desde que me uní a Koki, mi compañero de trabajo, cada día se convirtió en una experiencia nueva e interesante. Ambos aprovechábamos cualquier momento libre para dejar atrás nuestras obligaciones y escaparnos a un lugar solitario. Nunca me había divertido tanto, hasta que el traicionero destino se interpuso en la amistad que lentamente forjamos. 

-Lo siento chicos, ha sido un placer compartir parte de mi vida con vosotros… -sentenció Tanaka delante de los presentes –gracias, muchas gracias por todo... –y acto seguido abandonó la sala, dejando un ambiente extraño y entristecido para los integrantes del grupo. Una lágrima recorrió mi mejilla y se acabó precipitando al suelo, en el fondo sabía que mi rutina cambiará irremediablemente por esa decisión.
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-Me preocupa Nakamaru, últimamente parece desanimado… -mencionó un angustiado Kamenashi. 

-Es normal, yo también extraño a Koki, se aprecia la falta de bullicio tras su salida de la banda… -Ueda no dudó ni un instante en aportar su opinión, hasta que finalmente se quedó en silencio, abriendo los ojos en demasía a consecuencia de mi repentina aparición en la habitación. 

-Podéis seguir hablando, no os cortéis por mí… -pronuncié en un falso tono de alegría. Mi gesto era fingido, mis pensamientos turbios y mis ojeras notorias. Procedí a dejar las pertenencias en un rincón y al girarme me vi acorralado por los tres -¿qué pasa…?

-Mira, te he comprado un nuevo videojuego de estrategia, ha salido esta semana a la venta –me ofreció un encantador Taguchi.

-Sé lo mucho que te gusta el fútbol, cuida bien de la equipación –prosiguió Ueda, quién depositó sobre mis manos los ropajes particulares de la selección japonesa. 

-Y comparte conmigo estas fresas, no te olvides de ello –Kamenashi portaba una pequeña caja con dicha fruta en su interior, incluso la había decorado con un lazo. 

No pude evitar mostrar mi desconcierto sin pudor, tenía unos apoyos muy importantes a mi lado. Sostuve cada regalo entre los brazos y agaché progresivamente la cabeza, no podía estar más orgulloso del cuidado que recibí en una situación tan complicada para mí.
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La noche hacía crecer mi desconsuelo, y anhelando que llegase el amanecer me ocultaba tras las sábanas. Los recuerdos se agolpaban en mi mente, tan vívidos que el malestar no se detenía. Rocé con los dedos el hueco vacío de la cama, Koki se había quedado dormido en ese espacio en cuantiosas ocasiones.
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-Buenos días… -abrí la puerta del camerino y al alzar la vista mi corazón se paralizó. Reconocí su silueta de inmediato y poco me faltó para acudir corriendo hacia él.

-Hello, Yuichi –los dos nos fundimos en un intenso abrazo, tan profundo que llegué a avergonzarme.

-¿Qué haces tú aquí…? –Tanaka últimamente no me prestaba atención, y es que se centró en seguir adelante y formar un nuevo grupo, consumiendo así su tiempo. La empresa tampoco facilitaba un acercamiento, existía ese impedimento. 

-Nunca me he caracterizado por acatar las reglas –concluyó, y yo me quedé absorto al contemplar su amplia sonrisa.  

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