miércoles, 16 de marzo de 2016

Start!


La primera vez que vi a Kamenashi no produjo ninguna reacción especial en mí. Ambos nos miramos y yo desvíe la vista ante aquella resplandeciente sonrisa, llegando a creer que parecía poco sincera y ambigua. 

Kazuya era tan distinto a mí que no concebía la idea de crear una posible amistad, y por eso mismo llegué a evitar cualquier tipo de contacto con él, a menos que fuese estrictamente necesario. 

Finalmente, y tal vez a consecuencia de mi incomprensible maldad, los dos fuimos seleccionados para formar parte del mismo grupo. Trabajar junto a Kamenashi sólo mostró la parte más oscura y egoísta de mi ser, incluso llegué a detestar compartir el mismo espacio que aquel alegre e irrelevante chico. Me había costado mucho esfuerzo y tiempo llegar a destacar entre otros compañeros de la empresa, por lo contrario, Kazuya lo había logrado fácilmente.
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Un día, mientras me disponía a cambiarme de ropa previamente a una representación grupal, escuché un llanto procedente del baño. Me detuve tras la puerta y los llantos se hicieron más intensos, hasta que me armé de valor y decidí tirar del pomo, mirando a través de una rendija hacia el interior de la estancia. Kamenashi se encontraba allí, sentado en el suelo y con el rostro oculto entre sus propias rodillas.

-¿Koki…? –escuché pronunciar sin aliento a mi peor enemigo. Se levantó deprisa y deslizó la manga de la camisa por su entristecido semblante, secando así las lágrimas que aún recorrían los enrojecidos pómulos. Quería darme la vuelta y evadir mi responsabilidad, hasta que finalmente afronté la realidad y me acerqué a él. 

-¿Estás bien…? –Kazuya me miró sorprendido, tal vez le extrañaba ese acto de compasión por mi parte.

-Me asusta fallar, suponer una carga para los demás y para ti… -aquella frase encogió mi corazón. No lograba entender el motivo, sin embargo su desconsuelo me afligía a mí también –he estado ensayando muchos días seguidos y prácticamente no he podido dormir, me duele la cabeza y no logro recordar algunos pasos –solté inesperadamente una estridente risa que desconcertó a mi compañero.

-Tienes talento, nada de lo que hagas puede salir mal, yo te ayudaré –tendí mi mano y alargue los dedos. Kamenashi asintió y algo dubitativo la agarró, provocando que un escalofrío sacudiese mi espalda.

-Gracias, Tanaka… -musitó mientras me seguía decidido hasta el escenario.
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Desde ese instante y en adelante, mi impresión de Kamenashi cambió, y pasé de evitar cualquier contacto a centrar mis pensamientos en él. Los prejuicios me impidieron ver más allá, pero todavía había tiempo para remediarlo.

-Koki, hoy me quedaré a ensayar un rato más, ¿te apuntas? –preguntó una vez le tuve delante de mí. El sudor de su frente confirmaba de nuevo lo equivocado que había estado, Kame se desvivía por mejorar y superarse así mismo. 

-Por supuesto –afirmé. Era el momento de iniciar lo que anteriormente no creí posible, una relación firme y fuerte entre Kazuya y yo.

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