domingo, 27 de marzo de 2016

The Sign


Me cubrí de la incesante lluvia con el paraguas y aceleré el paso para llegar lo más pronto a nuestro encuentro. A Yamada le apetecía salir a pesar del mal clima, y uno de sus entretenimientos preferidos era reunirse conmigo en cualquier local. Le agradaba charlar en un ambiente relajado, cálido y acogedor.

Entré por la puerta y la alarma de la misma alertó a mi amigo, que en ese momento revisaba los mensajes de su móvil.

-Keito, llegas puntual, tú siéntate, voy a pedirte un café –se levantó sin demora y se encaminó al mostrador. Aproveché su ausencia y me quité la chaqueta, hasta que me detuve a observar algo. Dentro de una bolsa de papel, en el asiento de Ryosuke, asomaba la esquina de un libro de tapa dura.

-¿Has adquirido un nuevo ejemplar? –pregunté una vez regresó.

-Lo he visto en el escaparate de una librería y resistirse a comprarlo era difícil –bromeó mientras dejaba las bebidas en la mesa –mira, las ilustraciones de demonios son increíbles, ¿no te lo parece…? -presté especial interés a lo que contaba y custodié en el interior de la mochila el inservible regalo que preparé para él.
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-Y pensé, ¿no sería mejor si añadimos este tipo de diseño al vestuario…? –iba a señalar la prenda de vestir de una revista cuando la melodía del móvil de Yamada sonó.

-Disculpa –hizo una reverencia y contestó -¿sí? –me dediqué a observarle. La mueca de su rosto cambió de repente a una bastante más sombría –no, no me molesta, adiós… -colgó y se dispuso a recoger sus pertenencias–lo siento, tengo que irme…

-¿Trabajo? –Ryosuke siempre cumplía su deber, incluso si perdía un día libre.

-Sé que te he hecho venir hasta aquí y lo lamento, pero te recompensaré, lo prometo… -y apresuradamente salió de la cafetería.

-Yamada, espera… -alcé la mano y pretendí avisarle de ello, no obstante fue demasiado tarde. Recogí el libro olvidado y volví a abrirlo, aunque en esta ocasión me detuve a examinar una de las páginas en blanco. Un mensaje en tinta roja decoraba la esquina. Leí la nota sin elevar demasiado la voz –guarda esto y si lo abres piensa en mí, es una pequeña parte de mi extraña personalidad, ¿te gusta? -tragué saliva y cerré los ojos, ya hallaría una respuesta a tal incógnita.
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-Ryosuke… -intercepté a mi compañero en un descanso –ayer te lo dejaste… -entregué el objeto extraviado a su dueño original.

-¿Lo has leído…? –preguntó tímidamente.

-Ha sido un accidente… -respondí afligido –no fue mi intención, pero no le diré nada a nadie, es tu secreto…

-Lo compré para ti... –afirmó tajante –escribí el apunte justo antes de tu llegada y no me atreví a dártelo al final –una gota de sudor helado surcó mi frente –hasta luego, Keito… -se despidió apresuradamente. Sospeché que se trataba de una declaración y sonreí orgulloso, si algún día me daba el libro, yo le entregaría el mío y ambos poseeríamos el mismo volumen.

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