-Los demás opinan que somos muy distintos, ¿tú también lo
crees? –la interrogativa que Akanishi planteó logró descolocarme durante un par
de segundos. Nunca me había detenido a comparar nuestras posibles diferencias o
semejanzas, no obstante si ahora lo hacía me percataba de que era una realidad.
-Sí somos lo opuesto el uno del otro, no nos parecemos en nada –contesté rotundamente y sin darle mayor importancia al tema. Jin se quedó callado y el agarre que antes rodeaba mi cintura, se aflojó. De reojo contemplé su expresión fría y a la vez serena, y traté de entender el motivo de tal semblante.
-No encajamos, ya lo sé… -profirió en voz baja.
-Yo no me refería a eso –exclamé, impidiendo que la conversación se tornase en una nueva discusión.
-Podría ser cierto, lo que dicen por ahí… -al escuchar ese
comentario decidí girar mi rostro ligeramente, y ambos cruzamos miradas –mi forma
de ser nunca te hará feliz…
-Eso no es cierto… -mi enfado aumentaba a medida que lo
hacían sus temores. Miré al oscuro horizonte y con los ojos entrecerrados
pronuncié –puede que tú te asemejes a la luna y yo por el contrario al sol,
pero ambos conviven en el mismo cielo, a pesar de ser opuestos –alcé mi
brazo en dirección a la estrellas, y la mano de Akanishi se deslizó por mi frío
brazo. Sus dedos se entrelazaron a los míos y un suspiro confortable se escapó
de entre mis labios.
-Tienes razón, de nuevo me dejas sin argumentos, estúpido
Kamenashi… -a tan escasa distancia y tras apreciar las intensas y agradables carcajadas
de Akanishi, sentí la obligación de pasar los límites. Cerré los párpados y aproxime
mi rostro al suyo, apreciando el dulzor de su aliento.
-Jin, Kame, es hora de volver al trabajo –Nakamaru se
mostraba bastante malhumorado, y es que la ausencia de varios miembros del
grupo impedía seguir con el trabajo. Sólo alcancé a rozar la nariz de Akanishi,
que entre incesantes gruñidos se levantó del suelo para retomar sus responsabilidades.
-Lo siento, Kazuya, ya encontraré un sitio mejor, donde el
narizón no consiga molestarnos… -susurró en mi oído.
-Te he escuchado, maldito Akanishi… -el aludido agarró por
el cuello de la camiseta a Jin y dando tirones se lo llevó de vuelta a la
empresa. Yo me mantuve unos minutos más en el mismo lugar, divisando la
sobrecogedora noche y deseando volver a disfrutarla con él.
___
Tras diversos problemas y una nula capacidad para
superarlos, mi luna desapareció. Cinco años de mensajes insignificantes y
llamadas cada varios meses, provocaron que el sol dejase de brillar con la
misma intensidad. Me arrepentí, no luché lo suficiente por él, y es que nunca
lograría olvidar a Akanishi.
Aquella tarde salí a pasear y me propuse pasar página, tenía
que seguir adelante y dejar atrás el pasado. Caminaba distraído cuando me choqué
con alguien, era Akanishi. El atardecer de ese día volvió a unir a la luna y al
sol.
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