viernes, 25 de marzo de 2016

White Night


El penetrante frío entumecía los dedos de mis manos descubiertas y la noche me aletargaba en el interior de aquel vehículo. Nishikido conducía y yo me dediqué desde el principio de la travesía a divisar el paisaje a través de la ventanilla. Viajábamos a Hokkaido para reunirnos allí con un grupo de amigos, habían ideado un viaje de corta estancia en una cabaña acogedora.

Preparar una juerga era la prioridad principal de esta experiencia y precisamente por ello acudimos en compañía. Ya me encargaría yo de mantener la sobriedad a la vuelta del viaje. Ajustamos los horarios de cada uno y Ryo era el único que coincidía conmigo, así que a la salida del trabajo se acercó a recogerme hasta mi casa.

Permanecí callado, al igual que mi acompañante, aunque nos vimos forzados a hablar tras un repentino descarrilamiento. Nevaba y el camino casi desértico que habíamos tomado era ahora inaccesible.

-Daré la vuelta, esta carretera está cortada… -asentí y apoyé firmemente su dictamen. Arrancó de nuevo y se preparó para dar marcha atrás, no obstante el motor se caló y fue imposible mover el auto del sitio –no puede ser… -golpeó el volante, su irascibilidad crecía.

-No tengo cobertura aquí… -comprobé mi teléfono.

-¿Qué hacemos…? –los oscuros ojos de Nishikido inspeccionaron el entorno.

-Supongo que permanecer aquí… -ofrecí una posibilidad.

-No es mala idea, pero la nevisca sigue aumentando y temo que el coche quedé sepultado si decidimos hacer eso –medité a fondo lo que acababa de decir y decidí abrir la puerta del automóvil.

-Buscaré ayuda –Nishikido me agarró por la muñeca, obligándome así a permanecer quieto.

-Es peligroso, ni se te ocurra cometer semejante estupidez… -me solté con cuidado y puse un pie en el exterior.

-No nos quedan muchas más alternativas, tú mismo lo has reconocido… -Ryo no pudo rebatir mi argumento y se aseguró de cerrar las puertas del vehículo con llave.

-Está bien, te acompañaré… -ratificó.
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El viento soplaba con fuerza y dificultaba la visión. En un despiste me desorienté y salí fuera del asfalto, lo que provocó los gritos de precaución de Ryo.

-¡Vuelve a la calzada! –elevó la voz, pero me era imposible distinguir sus palabras. A lo lejos y tras parpadear varias veces, pude avistar una luz.

-¡Acabo de ver…! –no logré articular entera la frase. Me tropecé con una roca y caí de golpe al suelo.

-¡Kame! –Ryo aceleró su paso para poder socorrerme. Me había torcido el tobillo y entre quejidos intenté levantarme.

-Lo siento… -me disculpé arrepentido por empeorar el problema. Nishikido se postró ante mí y me subió a su espalda.

-Vamos, te llevo… -oculté parte de mi rostro contra su cuello y me deje guiar a regañadientes.
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Poco después alcanzamos el distante destello, proveniente de un hostal. Los dueños nos proporcionaron refugio gratuitamente al enterarse del incidente.

Disponíamos de estancia, un baño caliente y comida. Miré a Ryo mientras me desprendía del abrigo y el gorro, y ambos nos dedicamos una tierna sonrisa.

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